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Mostrando entradas de marzo 2, 2011

Un adiós que no se olvida.

I El palpitar de las hojas otoñales nos cautiva Cayendo con cautelosa parsimonia se mueven y agitan Al son de nuestras pisadas se alejan etéreamente Tal nuestras emociones se han encontrado Volando grácilmente como águilas furtivas Así tú te vas como el viento, mientras tu llegada espero En el corazón reservo una voluntad férrea como hierro Sin embargo, desespero al saber que no volverás a decirme te quiero. II Los minutos transcurridos se tornan horas Las horas, días, los días, años Y los años en la juventud perdida y desvanecida Como clepsidra nuestro tiempo se esfuma gota a gota Agonizando ante la muerte del día Resucitando de las cenizas ante un plenilunio de desdicha Evocando recuerdos de una vida que no nos pertenecía Que ha perecido en una siniestra y escuálida perfidia. III Cuando dos corazones sufren la muerte de un adiós Nace uno como el fénix propagando sus ardientes llamas de calor Al nacer aquel co